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El instante decisivo

Actualizado: 24 ago 2020

Si miramos a cualquier periódico, cualquier noticia o casi cualquier información en internet hoy en día, veremos que probablemente venga acompañada por una ilustración. Una fotografía, un dibujo, un esquema... algo que nos oriente, que sirva como explicación, algo que como bien dice su nombre, ilustre aquello que estamos leyendo.


De la invención de la fotografía a su práctica en el periodismo no pasó demasiado tiempo precisamente por esa naturaleza propia que tiene la fotografía. La capacidad de ilustrar mejor, brindar realidad a un conjunto de letras. Ya desde la guerra de Crimea a mediados del siglo XIX se tienen recursos que diferencian esta guerra de cualquier otro conflicto bélico anterior.


Humanizó la historia, dejaron de ser meras historias que aparecen en nuestros libros de texto y se convirtieron en hechos con caras, gestos y emociones.

Fotografía de la guerra de Crimea (1853-1856), conflicto bélico que enfrentó a Rusia y Grecia contra una liga formada por Francia, Reino Unido, el imperio Otomano y Cerdeña. Está considerada como la primera guerra moderna debido al uso de nuevas tecnologías como la fotografía, el telégrafo o el barco de vapor.


Y es que este fue el primer uso que se le dio a la fotografía con fines periodísticos: la cobertura de guerras. Y aquí es donde destaca un personaje llamado Roger Fenton, que tomó la foto que está justamente encima de este párrafo, así como el total de la guerra, siendo la primera de la historia en ser fotografiada.


A la guerra de Crimea le seguirían la guerra hispano-estadounidense, la guerra de la Triple Alianza, la guerra civil española, las guerras mundiales y un largo etcétera en el que prácticamente se podrían englobar todas las guerras modernas. Guerras que, gracias a los daguerrotipos, evitaron pasar a la historia como simples textos.


Las primeras fotografías fueron expuestas en galerías de arte o instalaciones especializadas hasta que en 1880 se empezaron a incluir en la prensa, especialmente en la prensa sensacionalista de la época. Sin embargo, el gran cambio se tornaría con la invención de la cámara leica de 35mm.


La cámara aportaba una versatilidad sin precedentes que revolucionó el fotoperiodismo. Se convirtió en el arma principal de los grandes maestros de la llamada "Era dorada del fotoperiodismo", época en la que brillaron grandes fotógrafos como el húngaro Robert Capa, Erich Salomon y el padre del fotoperiodismo, Henry Cartier-Bresson, que nos ocupará el grueso de esta historia.



Fotografía de Henry Cartier-Bresson, nacido en 1908 y fallecido en 2004.


El llamado "ojo del siglo" fue aquel que mejor supo aprovechar el potencial de la cámara leica, de la que se convertiría en compañero inseparable a lo largo de sus más de cuarenta años de carrera.


Estudió pintura, arte que le inculcaría su tío Luis y al que se dedicaría más adelante en su vida. Más tarde, después de estar influenciado por diferentes círculos vanguardistas de París, en especial por el surrealismo y por el pintor cubista André Llhote. Sin embargo, la pintura nunca le llegó a llenar artísticamente.


Tras finalizar en Francia sus estudios, marchó a Cambrdige a seguir formándose, hasta que su vida dio un giro radical al alistarse en el ejército, donde tendría problemas por cazar sin licencia. Tendría que salir a su rescate el escritor Harry Crosby, quien además le daría su primera cámara, así como algunas lecciones que pronto aplicaría en África, más concretamente en Costa de Marfil.


Aprovecharía este viaje al continente africano para ponerse en contacto con fotógrafos franceses que finalmente le inculcarían en su gran pasión: la fotografía y el fotorreportaje.

Para Cartier-Bresson fotografiar a alguien con flash era una falta de respeto, era como "si te acercaras con una pistola a alguien".


Antes de servir durante la Segunda Guerra Mundial se iniciaría como fotoperiodista, teniendo como primera tarea el cubrir la coronación de la reina de Inglaterra y después de colaborar con el director de cine Jean Renoir.


Fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando Cartier-Bresson fundó su legado para la historia, acompañado de Robert Capa, David Seymour, William Vandivert y George Rodger: la agencia Magnum. La, hoy en día, más prestigiosa agencia de fotografía del mundo con la que Cartier-Bresson logró el reconocimiento internacional con la cobertura del funeral de Gandhi, así como la fase final de la guerra civil china.


Más tarde publicó en 1952 un libro llamado en la versión española "El instante decisivo", la cual se convertiría en su eslogan más icónico.


Il n'y a rien dans ce monde qui n'ait un moment decisif

No hay nada en este mundo que no tenga un instante decisivo, cita literal de su libro Images à la sauvette, (imágenes deprisa y corriendo)



Fotografía tomada en Sevilla, uno de sus lugares favoritos a la hora de viajar, junto a más países de habla hispana.


Cartier-Bresson pasaría a la historia como el primer fotógrafo en trabajar en la Unión Soviética. A lo largo de su vida retrató a personalidades como a los pintores Pablo Picasso y Henri Matisse, Édith Piaf, Fidel Castro o al "Che" Guevara, lo cual fue una muestra más de su prestigio, que a los ojos de la historia le colocaría al nivel de fotógrafos como Robert Capa, en lo más alto de su disciplina.

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