Los gatos venecianos
- Diego Muñoz
- 26 ago 2020
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Desde hace siglos, los venecianos sienten devoción por los gatos. Hoy la población de gatos ha disminuido de número, no así el aprecio de los venecianos por estos animales.
En el siglo XIII, los gatos eran embarcados en las naves y registrados en el libro de a bordo como una defensa válida contra el asalto de los roedores. Es más, había un marinero encargado de su asistencia. Desde los tiempos de la Serenissima, se podía encontrar un gran número de estos felinos tirados adormilados cerca de un pozo o a la sombra de un campanario.
La leyenda narra que, con las galeras venecianas, que en aquel tiempo hacían de correos comerciales entre Venecia y el Oriente, llegó, también, la infame rata negra, la rata de la Peste, Puesto que los gatos venecianos no eran suficientemente feroces como para combatirla, se decide importar de Palestina, y sobre todo de Siria, una raza mucho más agresiva, para cruzarla con los gatos venecianos y ser utilizados para hacer frente a las ratas. Su bravura era tal que se decide embarcarlos como parte de la tripulación, en grupos de tres o cuatro con un marinero específicamente destinado a su cuidado.
Aunque la plaga ya había estallado en toda su virulencia, los gatos importados contribuyeron en buena parte a erradicarla y comenzaron a merodear y frecuentar las cortes, calles, campos y las casas de los venecianos.
Sin embargo, ya habían muerto casi 50.000 personas, entre ellas el gran pintor Tiziano Vecellio. El Dux hizo voto solemne en nombre de la ciudad, erigiría un templo si la República de Venecia se librara de la total aniquilación. Evitada la peste, la Serenissima quiso cumplir el voto de los venecianos y encargaron a Andrea Palladio el proyecto de una majestuosa iglesia en la isla de Giudecca.

Chiesa del Santissimo Redentore, Iglesia del Santísimo Redentor. Fue construida en durante la segunda mitad del siglo XVI al finalizar la plaga de la peste en Venecia.
Los venecianos, como consecuencia de las epidemias de cólera, que cíclicamente golpeaban la ciudad, sabían que el gato era el enemigo natural de las ratas portadoras de la peste, así que se fueron a Dalmacia y llenaron las naves de felinos, que después soltaron en las calles de la ciudad. Así que, desde hace siglos los venecianos aman y respetan a los gatos: su presencia y su olor han mantenido de siempre a las ratas lejos.
Sin embargo, la historia de que los gatos libraran a Venecia de la Peste no pasa de leyenda, alimentada por Internet y por otras fuentes. Hasta más de dos siglos después de la caída de la Sereníssima ante Napoleón no se relacionó a los gatos con la Peste Negra. Sí que guardaban relación con el temor de los venecianos a que los ratones arruinaran sus cosechas,. De hecho, los gatos no siempre recibieron un buen trato por parte de los venecianos, pues, a lo largo de su historia, perros y gatos fueron masacrados pensando que portaban gérmenes pestilentes en su piel.
"Los venecianos aman a sus gatos, que son flemáticos por naturaleza y de apariencia idólatra."
Guido Piovene (1907 - 1974), escritor y periodista italiano.
El Centro internacional de adopción de gatos Badoer, el cual desde 1987 proporciona a los gatos pasaportes con los que poder ser adoptados o atendidos en Venecia y en toda Europa. Asimismo, la organización reparte un galardón llamado "Una vida para los gatos", el cual en 1993 fue otorgado al dictador Fidel Castro por su especial protección a los gatos en la isla. Y es que, los hambrientos habitantes de la isla recurrían frecuentemente a cazar y a alimentarse de ellos como último recurso antes de la intervención de Castro.
Los gatos, sea leyenda o realidad, siempre serán considerados los salvadores de Venecia ante la Peste que asoló especialmente a la ciudad. Muchos tributos han sido realizados a los felinos favoritos de la ciudad italiana, como esculturas, menciones literarias y quizás la más llamativa: las máscaras.
Como curiosidad, Venecia alberga anualmente el probablemente Carnaval más famoso del mundo, y una de las piezas más famosas de este son las llamadas "máscaras de Gnaga". A ellas se le asocia el crecimiento de la homosexualidad en Venecia, dado que existía una ley que prohibía a las personas enmascaradas el ser arrestados. Los gnagas eran travestis que de manera transgresora vestían máscaras con forma de cara de gato que ocupaban la mitad de su cara y estaban hechas en algunos casos de papel-maché. Su nombre proviene del nombre que tiene el maullido en veneciano, "gnau". Se comportaban amaneradamente, por lo que además de que vestían como mujeres, se les prohibió la entrada a las iglesias, que desaprobaban totalmente esta conducta. Pero quizás el mayor conflicto que tuvieron fue con las prostitutas de la región, las cuales acusaban a los gnaga de perjudicar su negocio, y es que Venecia debía de ser una ciudad especialmente abierta en lo sexual para aquella época.

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