Orgullo sin voz
- Diego Muñoz
- 24 ago 2020
- 4 Min. de lectura
No hay ningún símbolo que exalte más la identidad nacional de un colectivo que dos cosas: la bandera y el himno. Incluso organizaciones supranacionales tales como la UE tienen los dos con la finalidad de despertad una cierta identidad europeísta dentro de los estados miembros. Prácticamente todos los colectivos, grupos, asociaciones y estados, al formarse, de las primeras cosas que hacen es buscar y oficializar estos dos símbolos, pues son los que más unirán a los miembros de estos bajo una misma identidad.
Con el caso de las banderas esto se presenta como algo más común y conocido incluso en el exterior. Todos conocemos más banderas nacionales que himnos, de hecho es raro conocer el himno de otro país, y no solo la letra, sino la simple melodía de este. Sin embargo, una vez se reproduce en cualquier evento internacional llena de orgullo a todos los ciudadanos del país en cuestión mientras que el resto probablemente lo están escuchando por primera vez o directamente lo están tratando de asociar con una bandera que de entrada, sí conocían.
Y es que es lógico, es mucho más sencillo memorizar tres franjas de colorines que una melodía completa, y más cuando siempre se representa a los países con ese pedazo de tela al que llaman bandera que tantas emociones puede llegar a despertar a según quien. Son fácilmente reconocibles y tienen sus propias particularidades.
Incluso aquellas que parecen tan similares como las del este de Europa, con su azul, rojo y blanco característicos no dejan de ser familias de banderas que lucen los colores paneslávicos y un elemento que les diferencie, llámese orden de colores o escudo. Y lo mismo pasa con el amarillo, verde y rojo africanos y el amarillo, azul y rojo suramericanos. O yendo ya a extremos más evidentes, la bandera no regular de Nepal, formada por dos triángulos.

Bandera del Reino de Nepal, la única del mundo que no se ajusta a la definición de paralelogramo junto con la bandera del estado de Ohio.
También ocurre esto con los himnos, existen particularidades que los diferencian unos de los otros. O pueden ser similares o exactamente iguales, como pueden ser los casos de Sudáfrica con Zambia y Tanzania, debido al prestigio que suponía establecer como himno una composición del afamado compositor africano Enoch Sontonga. También fue himno de Zimbabue y Namibia durante muchos años. O el caso del famoso "God Save the Queen" inglés, que terminó siendo en algún momento de la historia, el himno nacional de Rusia, Alemania, Francia o Liechtenstein, siendo aún el actual en el caso del último. Tampoco deja indiferente el himno de los Países Bajos, escrito en primera persona y en el que se jura fidelidad a España.
"Dios salve al Zar", himno del Imperio ruso de 1833 hasta la revolución rusa, versionado de la marcha británica con la que se recibía a los emperadores tanto en Austria como en Prusia.
El caso de esta entrada también tiene una particularidad que quizás sí que conozcas, ya sea porque lo hayas oído en alguna parte o porque simplemente seas de España, y es que, por si no lo sabías el himno nacional de España no tiene letra.
El himno español nace en 1770 bajo el reinado de Carlos III con el nombre de Marcha de Honor. La Marcha de los Granaderos ha sido utilizada desde entonces hasta nuestros días, con dos excepciones, el Trienio Liberal y la Segunda República española, cuando se optó por el himno de Riego que sí tenía letra.
Su nombre, Marcha Granadera, proviene de uso primer uso, el ser una marcha para precisamente, los granaderos, aquellos que lanzaban granadas. Posteriormente Carlos III la convirtió en la melodía que debía sonar en los actos públicos en los que participase el rey e Isabel II terminó estableciéndola como himno nacional.
La Marcha Real española se compuso con la idea de que fuera una mera instrumental y que no tuviera letra. Se compuso en 1761 para pífano, (una especie de flauta) y tambor.
Es uno de los tres únicos himnos del mundo que no tienen letra, junto con el de Bosnia-Herzgovina y San Marino.
A lo largo de estos dos siglos se han propuesto numerosas letras para acompañar la melodía original, (que fue modificada en 1908 y 1997), sin embargo ninguna de estas ha llegado a tener trascendencia. La primera vez que se propuso algo así fue en 1843, cuando el dramaturgo argentino Ventura de la Vega compuso una posible letra para el himno.
Así se hizo para conseguir una letra carlista, una letra que homenajease al rey Alfonso XIII, para el Comité Olímpico español, o la más famosa, aquella que empieza por:
¡Viva España!
Alzad la frente
hijos del pueblo español
que vuelve a resurgir.
Y que se relaciona frecuentemente con el franquismo, aunque en realidad se date de 1928 y fuera un encargo por parte de Primo de Rivera.
Sin embargo, y a pesar de todos los intentos por ponerle letra al himno nacional, sigue tal y como se planeó, como una instrumental sobre la cual, ante la ausencia de letra, se tararea y se celebra en cada evento internacional como cualquier otro himno.
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