Un golpe de mala suerte

Carlos VIII (1470-1498) fue un rey francés de finales del siglo XV. El primogénito del intrigante, solitario e impopular Luis XI se convirtió en rey a los trece años en agosto de 1483.

Los cronistas de la época le describían al joven príncipe como agradable y simpático (hasta el punto de que más tarde recibió el apodo de Carlos el Afable). Sin embargo, algunos escritores críticos sugerían que en realidad Carlos era demasiado frívolo, ambicioso o impaciente como para ser considerado un rey sabio.

Carlos era físicamente desgarbado, lo cual contribuyó a su muerte. Según la Corte y el cronista Felipe de Commines, Carlos murió a los 28 años después de golpearse la cabeza corriendo durante un partido de tenis.

Después de un tiempo viendo tenis y hablaondo con cortesanas, Carlos se vio colapsado.

Según Commines, el rey fue atendido por médicos que insistieron en que no se moviera. En cambio, colocaron al monarca enfermo en una cama improvisada hecha de listones de madera, donde pasó sus últimas horas de vida.

Luis III (863 o 865-882) fue el rey del Reino de los Francos Occidentales o Francia Occidental desde 879 hasta su muerte tres años después. El breve reinado de Luis estuvo marcado por su éxito militar, sin embargo también es destacable que se convirtió en el segundo rey de la historia que murió después de haberse golpeado la cabeza con el marco de una puerta.

Mientras montaba en su caballo para perseguir a una chica que había rechazado sus avances y corría a buscar refugio en la casa de su padre, se golpeó la cabeza con el marco de una puerta baja y cayó, fracturando su cráneo. Probablemente murió a causa de sus heridas.

Como no tuvo hijos, su hermano Carlomán II se convirtió en el único rey de Francia Occidental.

Quien seguro que jamás haya tenido ese problema es otro rey más de Francia Occidental, Pipino el Breve, hijo de Carlos Mantel y padre de Carlomagno y Carlomán I..

Al contrario de lo que se puede pensar en un principio, su apodo no hace referencia a la brevedad su reinado (751-768) sino por su corta estatura. El monarca medía 137 centímetros, característica que sus descendientes no heredaron.